Estamos en días de hechos y acontecimientos especiales. Gente del
mundo entero se acerca a Pamplona en busca de emociones fuertes, donde
encuentran un gran abanico de posibilidades durante nueve días. Propongo
añadir una nueva: la comida hospitalaria. ¡Qué emocionante! Además de
disfrutar de algo sin igual, si tienen que hospitalizarte en el Complejo
Hospitalario, siguen las emociones. En la comida que te van a dar
podrás encontrarte con sorpresas como tortillas que botan como pelotas
de tenis, caracoles practicando deporte de riesgo en las verduras,
piezas de bisutería en el puré, arandelas en las hamburguesas... ¿Quién
da más?
Nuestros responsables políticos aseguran que los pacientes
están contentos, y que van al hospital a
que los curen, no a comer bien.
Solo hay un problema y es que la gente se lleva la comida de casa, con
el consiguiente riesgo de comer mal en una recuperación donde el 80% del
tratamiento es la alimentación según los profesionales en dietética de
su propio equipo, así que deberían informarse mejor antes de hacer tales
afirmaciones. La comida que vuelve en las bandejas sin tocar la estamos
pagando de nuestro bolsillo para tirarla a la basura. Con la salud no
se juega y con nuestro dinero tampoco. Les da igual la opinión de los
profesionales y de la sociedad navarra en general, debe de haber algún
interés tan fuerte que me temo que la cosa no va a cambiar aunque salgan
cocodrilos nadando en la sopa. La marea blanca de Madrid ha conseguido
paralizar la privatización de seis hospitales, nuestra fuerza sí
importa. ¡Reversión de cocinas públicas ya!
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