viernes, 2 de marzo de 2012

¿Privatizar para ahorrar o para qué?


POR MARISA DE SIMÓN CABALLERO, PARLAMENTARIA DE IZQUIERDA-EZKERRA - Jueves, 1 de Marzo de 2012 - Actualizado a las 05:10h

EL informe de la Cámara de Comptos sobre el informe del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea sobre el servicio de cocina del Complejo Hospitalario de Navarra con el que el señor Sanz Varea pretendía avalar la externalización de estas cocinas evidencia que éste último no contiene elementos concluyentes que justifiquen la privatización de este servicio público. Ni siquiera aporta datos que sustenten el supuesto ahorro que se produciría.

Me pregunto si el Departamento de Salud considerará su decisión de privatizar las cocinas. Me lo pregunto porque Izquierda-Ezkerra ha denunciado las irregularidades y la impertinencia de esta decisión a través de varias iniciativas parlamentarias que pretendían paralizar la privatización de las cocinas, alegando, entre otros argumentos y coincidiendo con las conclusiones de Comptos las deficiencias del citado informe firmado por el director gerente del Servicio Navarro de salud. Alegamos que el informe no era concluyente ya que no permitía extraer ni datos, ni conclusiones que justificaran una privatización y permitieran formular una hipótesis respecto a los costes; que no se había utilizado un procedimiento científico y que no se justificaba metodológicamente ya que comparaba variables heterogéneas.
Para muestra, un botón. No se puede comparar la alimentación de un hospital comarcal de 181 camas, en un solo edificio, con 5 días de estancia media y baja complejidad y mortalidad, con un complejo hospitalario de más de 1.000 camas, en 3 edificios, uno de ellos, de alta complejidad, a 10 kilómetros (Case-Mix 1,092) y elevada mortalidad (4,8% de los que ingresan) y estancia media de 8 días, complejidad recogida en todas las Memorias del Servicio Navarro de Salud-Osansunbidea.
Es evidente que las deficiencias que menciona Comptos son tan serias que, si se aplica la medida propuesta por la consejera de Salud, además de deteriorar el servicio de alimentación y nutrición del complejo hospitalario, se precisarán de nuevas inversiones para subsanarlas.
Llama poderosamente la atención que el Departamento de Salud no haya proporcionado a la Cámara de Comptos el análisis y la valoración de las alternativas de la producción en frío con medios propios, medios ajenos y medios mixtos que en sus alegaciones que el señor Varea argumenta que han realizado.
Llama poderosamente la atención la propuesta de amortización del Departamento de Salud sobre la inversión que se exigiría a la supuesta empresa adjudicataria: la repercusión de 2,13 euros/dieta durante 8 años, cuando la concesión inicial sería por cuatro años. ¿Dónde está esa empresa o empresas que estarían dispuestas a acometer semejante riesgo, semejante obra y semejante servicio? ¿Qué empresas estarían dispuestas a una gran inversión, a obtener sabrosos beneficios y sabrosas y saludables dietas (para los pacientes)? ¿Dónde está el mirlo blanco?
Me pregunto por qué el Departamento de Salud se empeña en traspasar las cocinas a una empresa privada. Si para una empresa privada es tan ventajoso y rentable, para el sistema público también lo ha de ser utilizando sus recursos propios, ya que no ha de obtener ningún beneficio económico.
Por otro lado, además de poner en cuestión el ahorro y la validez de los argumentos aportados por el SNS-O, está claro que la privatización de las cocinas supone destruir y precarizar el empleo y precarizar el servicio sanitario, además de la pérdida de calidad y flexibilidad y asistencial.
Desde el punto de vista clínico, privatizar las cocinas es privatizar un servicio sanitario. La dieta de los pacientes y las pacientes hospitalizados/as, en la mayoría de los casos, forma parte más del proceso terapéutico. En estos casos, la dieta se ha de planificar cada día y, en muchas ocasiones, en cada momento en función de las necesidades clínicas de cada paciente. Por ello, los profesionales han de formar parte de la plantilla del hospital. No se trata de un catering para servir comidas.
De hecho, hay dietas personalizadas que se diseñan por los/las técnicos en dietética y son supervisadas por un médico nutricionista, que además supervisa la composición de dietas basales diarias y las que se diseñan y modifican en función de las necesidades y evolución de los pacientes por los médicos responsables de su atención.
Por otro lado, conocido el funcionamiento de los servicios de cocina de ambos hospitales, las dietas son de calidad y con unos precios muy ajustados. No obstante, es preciso remodelar las cocinas, dada la obsolescencia de algunas instalaciones a la que se ha llegado, por cierto, a causa de dejadez de los sucesivos gobiernos de UPN.
Desde el punto de vista laboral, la privatización supondría que los trabajadores y trabajadoras temporales, el 80% de la plantilla, irían al paro o en el mejor de los casos pasarían a realizar el mismo trabajo por menos salario. Todo esto me hace pensar que primero se toma la decisión y luego se quiere justificar con un estudio chapucero. La consejera de Salud asume, aunque no estén fundamentadas, las propuestas del señor Varea. Por cierto, uno de los altos cargos del Gobierno que más gana, sino él que más.
Lo oportuno, en esta situación, es mantener las cocinas del Complejo Hospitalario de Navarra, acondicionándolas si es necesario; mientras se construye una nueva cocina, de titularidad y gestión pública, que permita centralizar, mejorar y optimizar el servicio de alimentación.
Esto de las cocinas es una más. Ahí están los recortes en limpieza, la remodelación de los laboratorios, las dificultades en atención primaria, las listas de espera, etcétera. No hay política de salud en Navarra, excepto para aplicar la tijera cuantas veces sea necesaria para recortar y recortar.

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