lunes, 26 de agosto de 2013

Arandela

Carlos Pérez Conde

Nide la maquinaria de fabricación. Ni de personal sanitario saboteador. Ni de pariente en celo ante promesa de herencia. Ni de intruso con ganas de enredar. La arandela detectada en una bandeja de comida se desprendió de algún cerebro político mal atornillado en la decisión, adjudicación y seguimiento de la privatización del servicio de comidas del Complejo Hospitalario de Navarra. El nuevo director gerente del Servicio Navarro de Salud -con un sueldo que le permitiría desayunar, almorzar y cenar a diario con calidad de cinco tenedores- ha adoptado aires de redentor de una ciudadanía cautiva de esta reforma del servicio de comidas. Exige que Mediterránea de Catering lo haga de modo "sobresaliente". De ahí quizá que la Administración Foral le dé tantas oportunidades para mejorar nota desde el aparatoso y vergonzoso suspenso inicial.
Como a incompetentes enchufados. La empresa tiene hasta finales de mes para solucionar el problema de la temperatura final de las bandejas, a pesar de que, si algún día de invierno crudo fallase la calefacción, sería la adecuada para que las auxiliares entrasen en calor. Es más, la gente se arremolinaría junto a los carros de bandejas. He visto los ojos desorbitados de algún cuidador cuando, por afán de ayudar, ha tomado la bandeja con sus manos. Y eso que las abnegadas portadoras saludan con un "¡quema mucho!" en su camino hacia la mesa abatible a los pies de la cama. He visto cómo el calor desprendido de la bandeja empezaba a derretir el envoltorio plástico de los cubiertos. He visto dejar pasar minutos antes de la ingesta o soplar con mimo para enfriar una cantidad mínima de comida si el paciente apremiaba. El gerente tranquiliza: "El mínimo se cumple". Con la explicación complementaria de que "la comida tiene la calidad suficiente para que los pacientes coman en un hospital". También la tiene la comida caducada que personas necesitadas rescatan de contenedores cercanos a supermercados. Defiende que "nutrición, seguridad y dieta necesaria" se ajustan a los cánones dietéticos. Menos mal, porque en un hospital se ingresa para sanar. Que las inevitables infecciones hospitalarias no se extiendan a los menús. El reconocimientos de la existencia de "una secuencia suficientemente importante (evaluación estadística) de fallos menores (apreciación subjetiva)" revela falta de solvencia en la candidatura de Mediterránea de Catering, aceptada y la elegida. Los testimonios orales y gráficos del lastimoso descenso en la calidad y presentación de la comida hospitalaria -prolongados en el tiempo- tendrían que haberse sustanciado con cancelación del contrato. Las empresas ya cuentan con posibles sanciones en su contabilidad de gastos. ¿Por qué tanta paciencia? Secreto de algún chef político.
http://www.noticiasdenavarra.com/2013/08/25/opinion/columnistas/meteoritos/arandela 

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