lunes, 28 de enero de 2013

Pesadilla en las cocinas

¿Vieron las fotos de la visita que el Gobierno facilitó a los medios por las nuevas cocinas del hospital Virgen del Camino? Nosotras, que precisamente estábamos de visita en una de las plantas, tuvimos la suerte de disfrutarlas alrededor de la cama de nuestro enfermo. Abusando de su paciencia, no nos movimos de allí hasta que llegó la comida del catering que acaba de comenzar a alimentar a los 400 pacientes de la Residencia.
Claro que tuvo que aguantarnos más de dos horas, el pobre, hasta que por fin llegó la cena y, ya lo saben, la cosa no era lo que parecía en el publirreportaje con galería de fotos: una sopa indefinible, yogur a 27 grados, ensalada sin aliño, ración mínima, sin pan y a falta de cubiertos. Así que, con el lío, ya no pudimos disfrutar en directo de los carros inteligentes que calientan las bandejas, ni preguntar por el CO2 que se les inyecta, y mucho menos por los abatidores, esos súper frigos que enfrían la comida y que, mediante el abatimiento del alimento, permiten que el domingo te traigan al lecho lo cocinado el viernes. ¡Para preguntas estaba el personal! Enfermeras, auxiliares y celadores bastante tienen con gastar paciencia y modales ante las quejas de los sufridos pacientes y los ladridos de los familiares. Encima de que saben de sobra que la privatización del servicio y el cierre de las cocinas hospitalarias se han consumado en contra de la mayoría sindical; que, después de meses de pelea, de los 204 trabajadores del servicio, la nueva adjudicataria apenas contratará a 80 y que los 45 fijos que quedan están siendo recolocados, la mayoría en limpiezas.
Mediterránea de Catering, adjudicataria del contrato desde julio, dice que puede dar 26.000 raciones y 1.100 menús en total, con los del Hospital -desde el 1 de febrero- y los de Ubarmin. Marta Vera espera que la cosa mejore y los pacientes también. La empresa madrileña explica lo de esta semana como "un error en un programa informático" y el consejero portavoz Sánchez de Muniáin les llama "posibles disfunciones", como sin dar mucha importancia al chandrío en la alimentación de las personas enfermas. Externalizamos para ahorrar en dinero público, argumentan. La privatización y la libre competencia siempre mejoran la calidad de los servicios, proclaman. "Tenían que estar ellos comiendo aquí", nos dijo al día siguiente mi amigo, mientras le daba un mordisco al pincho que, para entretener la espera, le subimos del bar, "y, espérate, que igual también de este lío le echan la culpa al entorno abertzale".

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