Ioseba Santamaria
A Marta Vera y a su director gerente Ángel Sanz Barea -un
primo del expresidente Sanz que lleva casi dos décadas de alto cargo en
alto cargo-, su errática gestión les ha abierto un frente de queja y
malestar tras otro. Por supuesto, la responsabilidad siempre es de otros.
La empresa adjudicataria del servicio de cocinas que, al parecer, ahora
ha "pecado de exceso de confianza", una vez que el vergonzoso intento
de responsabilizar a un boicot sindical y de los trabajadores se
demostró tan falso como inútil. O los anteriores gestores de UPN en el
Gobierno, que permitieron un sistema de salarios y horarios insostenible
e ineficaz. O los profesionales sanitarios. O la oposición política,
incapaz de comprender las bondades de sus decisiones. O las ONG
que trabajan con personas inmigrantes, cuyas reivindicaciones le cansan
y aburren. En realidad, se mezclan dos ideas diferentes, pero
complementarias en su gestión: el convencimiento ideológico de la
necesidad de privatizar la sanidad foral, al estilo del PP en Madrid. Y
la falta de recursos por la gestión despilfarradora de UPN en el
Gobierno durante los últimos años. Y de ambas claves, los perjudicados
son los navarros y navarras. Y ambas son responsabilidad directa o
indirecta suya desde que aceptó el cargo. El escándalo en la pérdida de
calidad y nivel en la alimentación de los pacientes es motivo suficiente
para asumir la responsabilidad de una dimisión, o para que Barcina
vuelva a echar mano del motorista de los ceses. Y si no ocurre ni lo uno
ni lo otro, el Parlamento le abrirá el jueves la puerta de salida
cuando tumbe su decreto de Urgencias Rurales y Atención Primaria.
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