El robo ya está perpetrado. El caos, justificado. Los
autores materiales y sus cómplices necesarios de la privatización de las
cocinas públicas de nuestros hospitales están en silencio, solo roto para
engañar y manipular a trabajadores y usuarios de nuestra cada vez más pobre
sanidad pública. Eso es parte de lo que quieren, desprestigiar, deteriorar los
servicios públicos para luego privatizarlos y así poder asaltar el furgón del
dinero.
La estafa es brutal. Ni los más pesimistas podían sospechar
que la empresa especializada podría ser tan mala. Nos tienen
desconcertados, tenemos pesadillas. Nuestros gobernantes, muchos de nuestros
gestores, a diferencia del Rey Midas, todo lo que tocan lo convierten en
mierda. La comida que yo debo dar/echar a los enfermos dista mucho de merecer
llamarse así, y a muchos les da, nos da asco.
Somos sanitarios, no podemos callarnos lo que en privado
todos comentamos. Vosotros, los jefes de servicio, las supervisoras, no podéis,
no debéis callaros. Lo contrario sería prevaricar.
Los trabajadores que estamos a pie de cama no podemos
tolerar que a partir de ahora parte de nuestro cometido sea dar/echar eso que
llaman comida. Nuestros pacientes, nuestros clientes son especialmente
vulnerables, seremos especialmente vulnerables .¡Bon appétit!
José Ramón Irure Gorraiz -
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