POR aLICIA eZKER
Este es un gobierno que
pasará a la historia por las dietas. Pero hay dietas y dietas. Hay unas
que engordan cuentas corrientes, como las de la Can y otras que
adelgazan, como las de Mediterránea de Catering. Hay dietas que se
devuelven por no poder comérselas y otras que se devuelven porque la
ciudadanía no se traga la maniobra y empieza a tener ardor de estómago
por el triste espectáculo, que
tiene más que ver con estrategias y
tácticas de cara al congreso de UPN que con los valores políticos. En lo
que sí hay consenso en las filas conservadoras es en la receta única
de la política neoliberal que recorta a los más desfavorecidos para
enriquecer a los poderes políticos y económicos. Esa manera de gobernar
que permite amnistías fiscales para millonarios anónimos y persigue el
fraude de un puñado de rentas básicas con nombre y apellidos. Algo huele
mal en la cocina de palacio y parece que, desde que ha empezado a
descubrirse el pastel, alguien no va a llegar ni al postre. El asunto
viene de lejos y no está ligado solo a un nombre propio, sino a todo un
régimen gestado más allá de los cuatro fantásticos de la
Permanente y que encontró la cobertura perfecta en los años de plomo en
los que todo valía. Pero la violencia, por suerte, se ha acabado y esto
no ha hecho más que empezar. La prensa y la sociedad civil han vuelto a
tener un papel fundamental para garantizar la verdad y la democracia.
Las redes sociales han ido a rueda amplificando un menú que cada día
presenta una receta diferente. El domingo llega el plato fuerte con el
congreso de UPN y, aunque puede haber maniobras de última hora, parece
que ya suena Sabina con su "ahora es demasiado tarde, princesa".
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