domingo, 10 de marzo de 2013

La comida, herramienta para optimizar el gasto sanitario

COMER, alimentarnos, es un acto cotidiano que todos necesariamente tenemos que cometer si nuestra intención es continuar con la vida. Sin embargo, es precisamente esta condición de necesario la que con frecuencia nos empuja a restar importancia a algo tan mundano como es comer.
Una alimentación adecuada en términos de cantidad y calidad en las distintas etapas de la vida es esencial para el correcto desarrollo corporal y el mantenimiento de la salud. Pero también es, o debería ser, parte importante de la terapia médica en condiciones de enfermedad. Ya desde la antigua Grecia, Hipócrates -precursor de la medicina moderna y por ende de la dietética- consideraba la alimentación el eje central del tratamiento del enfermo. Resumido en una de sus frases más célebres: "Que el alimento sea tu mejor medicina y tu mejor medicina sea tu alimento".
En la historia más reciente, en el ámbito hospitalario, varios estudios científicos llevados a cabo por universidades de todo el mundo relacionan la desnutrición o malnutrición de un paciente ingresado con un mayor tiempo de hospitalización, menor índice de curación y mayor riesgo de reingreso a corto plazo. Traducido a cifras, según un consenso reciente de la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral, en España, un paciente con riesgo de desnutrición en el momento del ingreso cuesta 1.400 euros más que otro sin riesgo. Además, este gasto puede llegar a ser 6.000 euros mayor cuando el paciente se desnutre en el hospital. Hecho frecuente cuando el centro no dispone del equipo de profesionales adecuados o no se destinan los recursos necesarios para tal fin. En los últimos años -liberalismo mediante- es habitual que hospitales públicos subcontraten el servicio de cocina a empresas del sector de la restauración colectiva por decisiones políticas. Esta maniobra, que teóricamente abarata costes, suele ir en detrimento de la calidad del servicio. Diluyendo el sentido principal de la alimentación hospitalaria; colaborar con el tratamiento integral del paciente para acelerar su recuperación o mejorar su calidad de vida.
En el caso del CHN, resulta sorprendente creer que un servicio asignado a una empresa supondrá un ahorro anual de entre 3,5-4 millones de euros, cuando el coste de la materia prima por servicio de 4 comidas ronda los 6 euros diarios. Resulta más sorprendente cuando se promete que la calidad dietética del servicio y la atención no se verán afectadas, sin que salgan a relucir causas subyacentes como la precariedad laboral o la reducción del personal cualificado para el servicio. Precisamente, la falta de personal cualificado y de las materias primas adecuadas reduce la calidad sensorial y el valor nutricional de los platos, importantísimos en pacientes con cáncer que ven mermado su apetito a consecuencia del tratamiento. El retraso en la hora de la comida en un paciente diabético insulinodependiente puede inducir una hipoglucemia si ya se ha suministrado la dosis de insulina. La textura adecuada de un puré es clave en un paciente con una neoplasia de tubo digestivo…
En el manejo de la salud de las personas no debería existir cabida para los negocios, por eso históricamente la sanidad pública se ha visto alejada de la gestión privada. Al contrario de lo que sucede en otros sectores, en el ámbito de la salud, la utilización eficiente de los recursos y la competitividad no van necesariamente de la mano de lo público o lo privado, sino que dependen de factores externos mucho más complejos.
Raúl Urdániz Tapiz
Diplomado en Nutrición Humana y Dietética con especialidad clínica. Nº Col: NA00253

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